A menos de un año del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, es innegable que la política exterior mexicana recupera la dignidad y el liderazgo en el concierto de las naciones. Las mejores tradiciones heredadas de la doctrina Estrada, bajo los principios del respeto a la autodeterminación de los pueblos y la resolución pacífica de los diferendos internacionales, emergen de nuevo con vital fuerza.

En ello, México cuida y preserva su relación con Estados Unidos, el vecino y principal socio comercial, pero crece e intensifica su relación con el mundo. Con diversos organismos globales y multilaterales como la ONU, OEA y UE, ha iniciado una relación sin precedentes en materia de combate a la corrupción, transparencia, derechos humanos, cambio climático, gobernanza urbana, patrimonio cultural, combate al terrorismo, racismo y xenofobia, entre otros temas de la agenda mundial. Esto incluye la candidatura de México a integrar el Consejo de Seguridad de la ONU con el aval de todos los países de América Latina y el Caribe, elección que se llevará a cabo en junio de 2020.
También, es de destacar el respaldo unánime de la condena al racismo, el supremacismo blanco como ideología, reflejado en la Declaración de la OEA y considerando al ataque de El Paso, Texas, como un acto terrorista en contra de mexicanos, lo que incluye el llamado a todos los países para atender la lucha contra el racismo y la xenofobia, donde queda claro que México podrá legislar contra estas agresiones fuera del país y regular los tipos penales sobre terrorismo.

En lo que se refiere a la Unión Europea (UE), la mejor muestra es la visita de la alta comisionada para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, la semana pasada a México. En ese marco se avanza en la modernización de nuestro Acuerdo Global en materia política y de cooperación, así como en comercio e inversión productiva, con quien es nuestro tercer socio comercial.

Al seno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), México también recupera su liderazgo y prestigio, sobre todo impulsando el diálogo interno y la concertación para una salida pacífica al conflicto de Venezuela.

En Centroamérica México es el principal impulsor de la generación de empleos y la superación de la pobreza en El Salvador, Honduras y Guatemala, como mecanismo para atender, bajo una nueva visión, la contención del reciente éxodo humano hacia Estados Unidos. Resolver los problemas en el lugar de origen es la más inteligente estrategia para regular y ordenar el flujo migratorio sur-norte y arraigar a las familias en sus pueblos originarios.

Se reformula también la relación con Asia, especialmente con Japón, en materia de intercambio científico. Con China en turismo y comercio electrónico, entre otros. Se reactivarán las relaciones con India en este primer año de gobierno. Igualmente se abre presencia de México en África y Qatar, entre otros países donde no existía ninguna.

Como vemos, la estrella de nuestra política exterior brilla de nuevo. Ello tiene mucho que ver también con el liderazgo del canciller Marcelo Ebrard, quien se ha entregado intensamente a la tarea, a tal grado que los resultados de su gestión tienen ya una notable presencia en el balance del primer año de gobierno. En este campo, como en muchos otros de la política de la Cuarta Transformación, Benito Juárez está presente: “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. En dúo con el sinaloense Genaro Estrada, constituye el faro que guía la nueva política exterior mexicana y a lo lejos, muy a lo lejos, se toca el réquiem a la política “del comes y te vas”.


* Colaboración publicada en El Sol de Sinaloa el martes 17 de septiembre de 2019.

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